Pinceladas de vino
El vino siempre ha estado presente en las representaciones artísticas españolas y europeas. Se trata de un manjar gastronómico que han disfrutado pueblos y generaciones desde épocas antiquísimas, y que ha formado parte del arte pictórico a lo largo de los siglos.
Normalmente, el vino se ha asociado con la mitología, y especialmente con el dios romano Baco. Así, en pleno Renacimiento, el genial Caravaggio pintó a Baco en una postura nada tradicional («Baco enfermo«, 1593), rompiendo los moldes clásicos y adoptando una posición humana y realista, junto con uvas de distintos tipos y colores. Se dice que realmente el milanés estaba pintando un autorretrato, cuando se encontraba ingresado en un centro médico por haber recibido la coz de un caballo. Esto explicaría el rostro atribulado y la tez amarillenta.
En «Los Borrachos» (1628) Velázquez pintó una de las obras míticas sobre el vino. En ella se mezclan diversos motivos y estilos. Por una parte la pintura de géneros, con una forma más suelta y colorida de perfilar sus cuadros, de su etapa madrileña; y por otra, los motivos mitológicos de su primer viaje a Italia, dónde realizó la obra. El cuadro representa la capacidad del vino para alegrar los corazones y animar veladas.
Mientras Murillo, con su «Niños comiendo uvas y melón» (1650) representó una escena propia de la picaresca española. Se trata de dos infantes bastante pobres, ataviados con andrajos y sin zapatos, que llevan una bolsa llena de uvas. Es más que probable que las hayan robado y estén disfrutando por partida doble de su jugo.
Finalmente Goya con «La vendimia» (1786) introdujo a la mujer en el género del vino, en este lienzo que simbolizaba una de las cuatro estaciones del año. Este lienzo forma parte de un conjunto sobre las cuatro estaciones, tema típico del rococó, compuesto por «Las floreras» (Primavera), «La era» (Verano), «La nevada» (Invierno), y éste de «La vendimia» en el que Goya se sirve de las uvas como símbolo de la estación (Otoño).
El lienzo «Las señoritas (de la calle) de Avignon» de Picasso (1907), donde las uvas son eso sí un mero detalle, es considerado como el «pistoletazo de salida» del nuevo estilo cubista. En el cuadro podemos ver el desnudo femenino, pero desde un óptica radicalmente distinta: las formas blandas, redondeadas y sensuales de otros tiempos dan paso a cuerpos de formas angulosas y planas. Picasso simplifica las formas en un intento de volver al origen de la pintura.
Los tapones de silicona Nortap para barricas son una nueva y original forma de mezclar vino y arte. De momento en JIOrings tan solo podemos «pintarlos» del color elegido y añadirle en relieve la imagen (logotipo) de cada cliente pero quién sabe donde llegará la personalización. Puede que cada bodega acabe teniendo tapones que sean mini obras de arte ;D